SANTA GEMA

CULTOS

Todos los días 14 de cada mes, media hora antes de la Eucaristía de la tarde, se reza el santo rosario y además las llagas de Santa Gema. Terminada la Eucaristía, los fieles y devotos pueden venerar la reliquia de Santa Gema. En el mes de Mayo y coincidiendo con su festividad, -14 de Mayo-; se celebra en la parroquia un septenario oficiado por los párrocos, al que asisten numerosos fieles.

BIOGRAFIA

Nació el 12 de marzo de 1878 en el pueblo de Borgonovo de Capannori, Italia. Tuvo como padre a Enrique Galgani y Aurelia Landi, quienes tuvieron 8 hijos. De ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de la familia.

Al día siguiente, Gemma fue bautizada por el Párroco de San Miguel, bajo los nombres de Gemma Hipólita Pía. Luego de un mes, toda la familia se mudó a Lucca, donde vivió el resto de su vida.

Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo: «¡Gemmita! ¿Que estas haciendo?. La niña, sin inmutarse, contestó: «Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración». La oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.

Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su madre, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: Su amor a Cristo y a la Santísima Virgen.

Al hablar sobre su infancia, Santa Gemma señaló: «De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando…me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres»

A los siete años de edad, el 26 de Marzo de 1885, Gemma recibió la Confirmación por medio de Mons. Nicolás Ghilardi, Arzobispo de Lucca. Durante la Ceremonia se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma un dialogo, en el que el Espiritu Santo, le preguntaba a Santa Gemma, que si le entregaba a su madre, a lo que ella respondió si.

Al morir su mamá, Gemma indicó: «Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: «¡María!, ya no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre».

Primera Comunión

Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras pasaban los años. Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.

Don Enrique dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio.

El 17 de Junio 1887, fiesta del Sagrado Corazón, recibió su primera comunión. Santa Gemma dijo: «me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa».

A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gemma Más adelante, fallece su papá, situación dolorosa que produce la separación de los hermanos.

Gemma poco a poco se fue alejando del Señor, aunque Él nunca la dejo de proteger. Esta crisis se da hasta cuando tenía 20 años, en este momento Jesús permite una enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se distraiga con las cosas del mundo.

Al continuar el dolor, el médico la atendió y diagnóstico osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los ingüinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron.

El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, indicó: «le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu».

San Gabriel de la Dolorosa

Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le hablo de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por el P. Germán de San Estanislao. Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su vida.

Comenzó a leer el libro de la vida del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Durante varias veces se le apareció el Venerable Gabriel

En una de las ocasiones, el Ven. Gabriel le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada más.

La curación

Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto: Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:

-¿Quieres curarte?.

-«Todo me da igual», respondio

Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón…

-«¿Y a la Beata Margarita?», pregunto.

-«Añade en su honor tres veces el ‘Gloria'». (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)

«En el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión. Comulgo muy temprano. Jesus le repetía:- ‘¿Quieres curarte?’. No pudo contestar por la emoción. La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!. Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios.

Los estigmas

El 8 de Juniio 1899, luego de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva a la categoría de «Víctima». Al respecto, Santa Gema cuenta: Después de la Comunión, Jesús le avisó de que por la tarde le haría una gracia grandísima. De repente le asaltó un fuerte dolor de sus pecados. Después se sintio recogida, esto le sucedió la pérdida de los sentidos y se halló en presencia de Maríal y del angel de la guarda, que le mandaron hacer un acto de contrición. Despues María le dijo que le eran perdonados su pecados por nombre de Jesús. Al instante apareció Jesús. De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que fueron a cerbarse en sus manos, pies y costado. Tras varias horas Maria le besó en la frente y desapareció. Al levantarse para ir a dormir, notó que de estas partes manaba sangre…». Este hermoso regalo se repetirá en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes.

Su Confesor

Conversando con la señora Cecilia Gianni, Gema oye hablar del P. Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma.

Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa Gema; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón.

El combate contra el enemigo

Jesús dijo cierto día a Gema: «Prepárate, pues el demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar». Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús.

Por todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte.

Escribe la santa: «El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el Ángel o San Pablo de la Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres.»

Entrega su vida por un pecador

Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.

Este sacerdote se convertiría dos días antes de la muerte de Gema, dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años)

El tránsito hacia el Padre Celestial

Gema había pedido a Jesús morir crucificada con El, y crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba retirarse un poco y Gema le dijo: «No me dejes, mamá, mientras no esté clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como El». Momentos después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos y, en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación…¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos. Era Viernes Santo, 10 de Abril de 1903.

A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la Extremaunción, a cuyo rito sagrado contestó con pleno conocimiento. «Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para prepararme a morir».

Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó: «¡Jesús!…¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!»; y volviéndose a la imagen de María, añadió: «¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma…Dile que tenga misericordia de mí».

De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco, que estaba presente exclamó: «Jamás he presenciado muerte semejante». Y él mismo puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.

Muere Santa Gema a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de Abril de 1903.

La profecía de Santa Gema se cumplió. Los pasionistas la rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí.

El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de 1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el proceso de «fama de santidad», porque era conocida ya en todo el mundo. Fue Beatificada el 14 de Mayo de 1933, Año Santo del XIX Centenario de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI. El 2 de Mayo de 1940, fue canonizada, por el Papa Pío XII, que dijo: «Santa Gema será la piedra preciosa de nuestro Pontificado»